En muchas ocasiones, los centros educativos son lugares hostiles, sin apenas naturaleza. Muchos de ellos, con grandes superficies monopolizadas por un solo deporte, que eliminan la diversidad de juego para muchas niñas y niños. En estos entornos, cualquier pequeña intervención, como la plantación de un árbol o la creación de un pequeño jardín, puede aportar un toque de naturaleza y cumple funciones esenciales, como producir oxígeno, absorber partículas contaminantes, mejorar el drenaje del agua o mejorar el paisaje.
Además, estos espacios pueden ofrecer funciones sociales y pedagógicas, como mejorar el espacio para el descanso, el juego y el placer emocional. En resumen, mejoran la calidad de vida de las personas que están en un proceso fundamental de su desarrollo: la infancia y la adolescencia.
En esta charla, Clara Vignolo, técnica del Real Jardín Botánico de Madrid nos hablará sobre el proyecto educativo Jardines escolares sostenibles, que pretende ayudar en la mejora de los centros educativos a través de la creación de un jardín sostenible y educativo que implique la participación del alumnado y el resto de la comunidad educativa.